Al borde de la meseta castellana.
A la estación de Siete Aguas se puede llegar en tren de cercanías. Después de pasar Chiva, la vía férrea inicia una constante ascensión pasando por Buñol en dirección a Requena. El recorrido en tren es sorprendente. Por sitios por donde no pasa ninguna carretera, la infraestructura ferroviaria va salvando profundos barrancos y atravesando largos túneles hasta llegar a Ventamina. El tren sube despacio, renqueante, debido al fuerte desnivel que le está ahorrando a nuestras esforzadas piernas de ciclista.
Siete Aguas es la puerta de entrada de la Sierra de las Cabrillas, que es el primer escalón del altiplano de la comarca de Requena-Utiel. Esta sierra es la que vemos yendo hacia Requena en la parte alta de Chiva, y a la derecha cuando subimos el viaducto de Buñol. Por su lado Norte cae en picado hasta la profunda garganta del Turia entre Chulilla, Gestalgar y Bugarra. Al Oeste, el barranco del Reatillo por Chera y Sot de Chera crea una profunda cicatriz que la separa de la meseta castellana.
Pues gracias al tren que nos deja a 600 m de altitud y a la cercanía de esta sierra con Valencia, podemos recorrerla con moderado esfuerzo y disfrutar de excitantes bajadas con impresionantes vistas.

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Por el altiplano de la sierra de las Cabrillas
Desde la estación de Siete Aguas, pese a estar a 600 m de altitud, se sale subiendo. No mucho, apenas un kilómetro, lo suficiente para ver desde arriba el pueblo en una hondonada. Rodeado de montañas podríamos contar los siete valles a los que debe su nombre.
Así pues, del pueblo de Siete Aguas se sale subiendo. Tendremos que remontar unos cientos de metros hasta llegar al altiplano, una prolongación de la meseta de Requena cuya altura media es de 800 m sobre el nivel del mar. Varios picos y macizos montañosos despuntan desde aquí: Santa María y el Pico del Tejo de más de 1.200 m y Peña Rubia o el alto de Malén de alrededor de mil.

Estamos en una vasta llanura con poca presencia humana, si exceptuamos algunas extensiones agrícolas. La ausencia de bosque, quitando alguna que otra pinada como la de la foto, permite una amplia visión del macizo. Pero no estamos en una zona muerta o desértica, más bien al contrario: Es una zona virgen con mucha vegetación de bajo porte. El paraje de la Fuente de la Vallesa, en medio de la llanura, es de obligada visita.

Pasear por las pistas bien cuidadas que cruzan el altiplano y por sus suaves lomas es un verdadero placer. Casi sin esfuerzo llegaremos a los límites de la sierra y ante nosotros se abrirán impresionantes precipicios con unas vistas espectaculares.

El descenso de vuelta a casa

Tanto hacia al Este como al Norte, los caminos entre desfiladeros o por las laderas nos acercan a casa por espectaculares bajadas de impresionante belleza.

No obstante, pese a no ser rutas excesivamente duras, las constantes subidas y bajadas de poca magnitud van acumulando desnivel y cansancio en nuestras piernas. Afortunadamente, los caminos practicables que descienden del macizo nos acercan a la comarca del Camp del Turia, donde poblaciones como Ribarroja, Llíria, Benaguacil o Bétera cuentan con estaciones de metro. De esta forma, podremos ahorrar algunos kilómetros hasta Valencia y evitar que estas bici-rutas sean excesivamente largas.
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