En bici por el balcón del mar de Castellón
Una visita al P.N Desert de les Palmes bien merece el esfuerzo de la subida. Las vistas desde arriba y la bucólica bajada nos llenarán de asombro, y el relajante paseo a orillas del mediterráneo nos dará la paz.
Ficha técnica con enlace de descarga del track y descripción de la ruta.

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En bici por el desierto de las Palmas y la costa de Oropesa y Benicassim
El Parque Natural del Desierto de las Palmas en la comarca de la Plana Alta, al norte de Castellón, es un balcón privilegiado sobre el mar.
Subir los ocho kilómetros de puerto es el precio a pagar para poder disfrutar de su increíble belleza natural. La pendiente es llevadera y rara vez supera el 5%. Mientras ascendemos, la visión constante de la costa desde las alturas acompaña nuestro rodar lento hasta a la cima, situada a 422 m sobre el nivel del mar.
Una vez coronado el puerto y recuperados del esfuerzo, enfilamos la bajada en dirección a Oropesa. Recorremos el valle de Miravet, bajo las «Agujas de Santa Águeda», con formaciones rocosas de sorprendente belleza.
Volveremos a Castellón por la costa. Primero por la V.V. de la Renegá hasta Benicassim y después por el larguísimo paseo marítimo que llega hasta el «Grao». Y para terminar nos permitiremos un interesante paseo por las calles peatonales del centro de Castellón.
Detalles del trazado.

Salir de Castellón y enfilar la subida del puerto.
Llegamos a Castellón en el tren de cercanías. Desde las mismas puertas de la estación, accedemos a un carril-bici que va recorriendo las grandes vías de la periferia urbana. En la última rotonda, al norte de la ciudad, abandonaremos el carril para tomar un camino local.
Saldremos de Castellón por una carreterita de servicio que discurre paralela a un canal artificial construido en prevención de posibles riadas. Cruzaremos el canal apenas un kilómetro después para dirigirnos por caminos entre naranjos en busca del macizo montañoso del «Desert de les Palmes».
El Desert de les Palmes
Desierto es la forma en que los Carmelitas Descalzos designaban a los lugares alejados donde construyeron sus conventos y monasterios de retiro. El curioso nombre de este paraje, que para nada parece un desierto, deriva de la vegetación del lugar en la que abundan «los palmitos», una planta de hojas palmeadas también conocida como «Margalló».
Esta sierra se alza paralela a la línea de costa. Está formada por altas y abruptas montañas que se asoman imponentes a pocos kilómetros del mar. Destacan sus formaciones rocosas que alternan peñas de caliza blanca con otras de piedra de rodeno, más rojiza. Fue declarada Parque Natural en 1989 y un conjunto de antenas en la cima del pico Bartolo (729 m) la hace reconocible desde la distancia.
Una fascinante diversidad botánica aporta belleza cromática a sus laderas. Pero no solo esto, conforme vamos subiendo, la franja de mar azul se ve cada vez más ancha, el horizonte se aleja y el sol riela tintineante allí abajo, cerca de la costa. El resultado es una belleza paisajista única que justifica de sobra el esfuerzo.
Pero no hay que adelantar acontecimientos, aun nos queda toda la subida y lo primero es llegar a las faldas del «Desert de les Palmes». Lo haremos por caminos de huerta, sorteando aquí y allá las diferentes carreteras y autopistas que, paralelas a la costa, conducen el intenso tráfico del corredor mediterráneo.
Santuario de la Virgen de la Magdalena
Nuestra primera parada será en el santuario de La Magdalena, patrona de Castellón, que acoge en el mes de marzo una multitudinaria romería; La romería de las Cañas. Subir a verla requiere desviarse ligeramente para afrontar una corta e intensa subida, pero merece la pena. Llevaremos 11 kilómetros de ruta y es un sitio estupendo para contemplar desde una discreta altura la plana de Castellón y su puerto.
Para no enfriarnos será mejor no prolongar demasiado la visita. Es a partir de este punto cuando empieza la verdadera ascensión del puerto.

El puerto
Subiremos por la única carretera posible durante unos 8 Km. Conviene tener en cuenta que el P.N. es un destino turístico para familias y domingueros, y puede que esta carretera de montaña tenga algo de tráfico en días festivos. Pero, fuera de estos días señalados, es una carretera tranquila que va ganando altura poco a poco, serpenteando entre las laderas del macizo y rodeada de abundante vegetación. El puerto no tiene rampas excesivas y la ascensión se hace llevadera gracias al preciosismo del paisaje. Aunque hay caminos alternativos para evitar algún tramo de carretera, considero que no merece la pena el esfuerzo extra.

Un bar cerca del alto, el restaurante Bruno (964 398 162), puede ofrecernos avituallamiento si lo necesitamos.
El final del puerto fue también el lugar elegido por los Carmelitas para instalar su convento en la edad media. El primero que vemos es el convento nuevo que data de finales del siglo XVIII, pero cuando empecemos la bajada podremos ver las ruinas del original, en un sitio que se intuye verdaderamente solitario y alejado en aquellos tiempos.

Varios miradores nos permitirán disfrutar de unas vistas increíbles y del merecido descanso por el esfuerzo.
La gran bajada hasta Oropesa
El puerto del «Desert de les Palmes», como todos los puertos de montaña, nos promete una impresionante bajada. A los que apreciamos la velocidad del descenso y la dificultad del trazado de las curvas apurando el límite, esta promesa de disfrute adicional nos motiva. La adrenalina se nos dispara al ver desde lo más alto la carretera que desciende la ladera en dirección a Benicassim.
Pero el ciclo-excursionismo se aleja del concepto de competición, aunque sea con uno mismo, que nos impulsa a buscar nuestros límites. Apenas un par de kilómetros de bajada por la carretera y tomamos un desvío en busca de nuestro principal objetivo: Disfrutar del entorno y la naturaleza.

Caminos naturales
Me encantan los caminos rurales, antiguos y estrechos. El que vamos a hacer ahora discurre por el valle de Miravet que separa el macizo principal de otro más pequeño: «Les Agulles de Santa Águeda»

Así que dejamos esa prometedora bajada por carretera que nos llevaría directamente hasta Benicassim para tomar un camino natural que discurre por el barranco de Miravet en dirección a Oropesa. Vamos a disfrutar del placer de un descenso más sosegado y duradero.
Hasta llegar a la «Font de Miravet», casi ya en el llano, vamos a ir perdiendo altura entre montañas, con el mar en el horizonte y rodeados de un entorno natural con reminiscencias ancestrales.
La costa
En contraste, al llegar abajo, me produce desazón ver de cerca las desproporcionadas urbanizaciones costeras (como la de «Marina d’Or»), a las que no quiero ni acercarme. Afortunadamente, podremos rodear la montaña por estrechos caminos rurales, huyendo de infraestructuras humanas hasta la misma entrada de la villa de Oropesa, presidida como no por un castillo medieval.
Oropesa ha crecido mucho gracias al turismo, un poco demasiado para mi gusto, pero el casco antiguo tiene su punto. Por entre sus calles, llegaremos a la costa sur de Oropesa, ya casi al final de la playa que termina abruptamente en unos acantilados. Aquí, frente al mar, podemos permitirnos un descanso (o lo que sea), que nos lo hemos ganado y ya solo nos queda regresar por la costa hasta el punto de partida.
Oropesa, Benicassim y el Grao
La vía verde de «La Renegá» es ya un clásico para ciclistas y paseantes que une Oropesa y Benicassim. Esta antigua vía ferroviaria discurre en un trazado recto y llano, a media altura entre los acantilados de esta zona litoral, salvando con túneles y puentes las dificultades orográficas. Siete kilómetros de V.V. que nos facilitan el camino hasta la playa de Benicassim.

Incomprensible que el paseo marítimo que empieza junto al conocido Hotel Voramar, ya en Benicassim, no tenga carril-bici. Es una verdadera tentación circular en bici por el paseo peatonal pero en alguna ocasión la policía municipal nos ha llamado la atención. No puedo trazar la bici-ruta por un sitio no permitido y es una pena porque las fabulosas mansiones junto al mar que construyó aquí la burguesía castellonense son dignas de admirar.

Así que no hay más remedio que seguir por el carril-bici hasta Benicassim pueblo. Buscando calles tranquilas llegaremos al paseo marítimo lo más al sur posible.
Una vez enlazamos con el carril-bici del paseo marítimo, vamos a acompañar esta larga linea de playas hasta que la valla que cierra el puerto de Castellón, esta vez puerto de mar, nos corta el paso.
Tres o cuatro kilómetros nos separan de la ciudad situada tierra adentro. Vamos a tomar un recto carril-bici que acompaña la avenida principal del Grao de Castellón.
Las entradas en las periferias de las ciudades son a veces complicadas para los ciclistas. Trazar un itinerario lógico no siempre es fácil para los que huimos del tráfico, y a veces, como en mi caso, hacemos cosas raras para llegar al centro histórico sin utilizar grandes avenidas.
El centro histórico de Castellón.
Vamos a recorrer parte del centro histórico peatonal. Serán los últimos kilómetros de esta ruta que empezó subiendo y bajando una montaña, siguió junto al mar y termina en la pequeña y coqueta ciudad de Castellón.
La ordenanza municipal, al menos la de Valencia, permite circular en bici por calles peatonales acomodando la velocidad al respeto a los viandantes. La catedral, el mercado y la zona comercial del centro histórico serán la guinda soñada para este pastel de bici-ruta.
Cuando nos cansemos de deambular por las calles del centro de Castellón, nos dirigiremos a la cercana estación de tren para terminar nuestro itinerario circular por la comarca de La Plana Alta.
Gracias Teresa Mateu por enseñarme este precioso itinerario.
Espero que os parezca interesante la propuesta, y se agradecerán comentarios y pareceres.
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