El interés por las actividades al aire libre a experimentado un auge impresionante debido a la pandemia del COVID19. Esto, unido a las bondades de los avances tecnológicos, ha disparado la fiebre compradora en el mercado de la bici eléctrica. Hay que tener en cuenta algunos aspectos como el uso previsto, la autonomía o el coste de mantenimiento para acertar con el modelo adecuado.
Bicicletas «pedelec» con asistencia al pedaleo.
Los prejuicios de muchos ciclistas hacia las bicis eléctricas han sido superados por la tozuda realidad. Del «eso no es ciclismo» o el «son solo para gente mayor», hemos pasado a tener que esperar casi un año para que, después de compradas, nos las sirvan y podamos disfrutarlas. Es tal la demanda que las fábricas tradicionales no dan abasto.
Comprar una bici es una inversión a largo plazo y muchas veces surgen dudas. Eso teniendo claro la actividad que queremos desarrollar; ciclismo deportivo en carretera, ciclo turismo o todo terreno. El tipo de bici y el precio no son lo único que debe guiar nuestra decisión.
Si estáis pensando en comprar una bici eléctrica hay que tener en cuenta también la autonomía, el peso, el desgaste y el coste de mantenimiento. Las pedelec no son sólo más caras que una bici convencional, son también más costosas de mantener.
Espero que os sirva de orientación este análisis sobre los nuevos aspectos relacionados con la adquisición de una bicicleta eléctrica.
El tipo de bici
Hay algunas preguntas que debemos hacernos como paso previo. ¿Queremos una bici solo para ir al trabajo o pasear? ¿Queremos aventurarnos por caminos bacheados y sin asfaltar? ¿Buscamos un uso deportivo todoterreno? La oferta es variada. Podemos encontrar bicicletas asistidas urbanas (de posición erguida y cómoda, incluso plegables, y con rueda pequeña), bicicletas de ciclo turismo de rueda fina, las conocidas como híbridas, o bicicletas de montaña con neumáticos anchos de tacos y mayor recorrido de suspensión.
Habrá que decantarse por un tipo u otro según el uso que se quiera dar a la bici. La opción más demandada es la bici rígida (solo con suspensión delantera) que es muy versátil y sirve un poco para todo. Si podemos pagar un poco más mi consejo es optar por un modelo con doble suspensión. La suspensión trasera aporta comodidad al absorber las vibraciones provocadas por las irregularidades en cualquier terreno por el que rodemos.
El uso previsto es importante. No creo descubrir la rueda si digo que cuanto más limitemos las especificaciones más adecuadas serán al uso previsto pero más limitadas serán nuestras opciones. Una bici de montaña con doble suspensión y gran capacidad de autonomía puede servir para un paseo urbano, pero una bici de paseo no sirve para ir a la montaña.
Pero una cosa es común a todos los modelos; Las bicis eléctricas son más pesadas y caras de mantener que una bicicleta convencional.
El entorno natural y la bici eléctrica de montaña.
Las montañas han sido un espacio vedado para la mayoría de los que nos gusta ir en bici. Sin una forma física estratosférica ni soñábamos con acercarnos a ellas, siempre limitados por la rápida acumulación de desniveles y las rampas imposibles. La bici eléctrica de montaña nos va a permitir el acceso a los grandes paisajes y las altas cumbres con un esfuerzo moderado.
Si vamos a comprar una bici y queremos ir a cualquier sitio sin restricciones, la elección es sin duda una bici de montaña con doble suspensión. El recorrido de la horquilla delantera debe ser como mínimo de 140 mm. La suspensión trasera vendrá en concordancia según el modelo elegido. Las ruedas son mucho más anchas en estas bicis y con tacos para facilitar el agarre.
Elegid tija telescópica: La altura del sillín se ajusta con un mando desde el manillar. Tanto en bajada como en subida pronunciada es más que recomendable bajar el punto de gravedad y estar más cerca del suelo por seguridad. Poder hacerlo sobre la marcha facilita una conducción más segura.
Los neumáticos «tubeless» sin cámara son un seguro anti pinchazos. El neumático asienta directamente y va sellado sobre la llanta. Un líquido por dentro de la rueda tapona cualquier pequeño pinchazo.
La batería y su autonomía.
El peso de una bicicleta eléctrica es superior al de una bici convencional por el lastre que suponen el motor y la batería. Los motores pedelec suelen ser todos de 250 vatios (limitados por ley) y su peso no varía mucho de unos modelos a otros, unos 3 Kg aproximadamente. La batería es el otro componente que incrementa sustancialmente el peso de la bici. La capacidad de la batería y su peso tienen una relación directamente proporcional.
Los modelos actuales vienen equipados con baterías desde 250 Wh para bicis de carretera y paseo, y hasta 750 Wh en los modelos de más alta gama. Algunos incluso incorporan la posibilidad de llevar batería doble con lo que pueden alcanzar hasta los 1.250 Wh.
No tendría mucho sentido que explique cuanto recorrido se puede hacer con una carga de batería puesto que dependerá del peso del ciclista, la resistencia del viento, el nivel de ayuda pedida, la velocidad, etc. Como mucho puedo hacer una aproximación según mi experiencia.
Por termino medio, con una carga de 500 Wh (lo estándar) se pueden hacer unos 100 Km a razón de 20Km/h si se circula en llano o con poco desnivel acumulado. Esto supone un consumo de 100 W por cada 20 Km recorridos. El consumo de batería se incrementa en 100 W por cada 300 mts de desnivel acumulado.
Para entendernos: Si hacemos una ruta de 40 Km y 600 mts de desnivel acumulado consumiéremos 500 vatios de carga con una asistencia media.
Gestión de la carga de la batería.
Parece poca autonomía que solo podamos hacer 40Km si tenemos una bici eléctrica con una batería de 500 vatios. No he querido decir eso. Es justo al contrario. Si la ruta prevista es de 40Km y 600 mts de desnivel podré ir a 20Km/h y hacer las subidas casi sin esfuerzo con una sola carga. Seguramente me sobrará la mitad de la carga si esa misma ruta voy a hacerla a ritmo de otros ciclistas con bici muscular.
Es importante aprender a gestionar la carga en nuestros desplazamientos. Nadie quiere quedarse tirado a mitad de recorrido pero, al mismo tiempo, llegar al final de la jornada con mucha carga supone que hemos arrastrado un peso innecesario.
Si tengo previsto hacer una ruta de 60 km y 1000 mts de desnivel acumulado tendré que bajar la velocidad y hacer todo el recorrido en posición ECO (Baja asistencia), incluso desconectar el motor en terreno llano.
La experiencia me dice que estar limitado a tener que hacer rutas a baja velocidad y con poca ayuda no es lo que buscaba cuando compré mi bici eléctrica. Yo hago rutas de 80 Km y hasta 2.000 mts de desnivel con 1000 vatios de batería y solo he de llevar una batería cargada de repuesto, bien en una mochila o en el portaequipajes.
El coste de mantenimiento
Este es un tema en el que ni fabricantes ni distribuidores quieren entrar. Para ellos son todo bondades y, no obstante, es un aspecto a tener muy en cuenta en el momento de la compra.
Ni el motor ni la batería son eternos. Además, el incremento de peso y potencia influyen negativamente en el desgaste de frenos y transmisiones. El mantenimiento de una bici eléctrica es más costoso que el de una bici tradicional. Paradójicamente, gastar un poco más en el momento de la compra puede redundar en un abaratamiento del coste total de la inversión.
Podemos encontrar en el mercado bicis baratas que al cabo de pocos años hay que tirar. La calidad de los componentes no es solo un seguro de vida si queremos evitar quedarnos tirados, es una forma de ahorro.
El mantenimiento en general, sin averías, puede costar el doble que en una convencional, solo por el desgaste. Si pasa la garantía y se rompe el motor prepara entre 700 y 1000 euros para cambiarlo. Desgraciadamente esto no es del todo infrecuente. La batería, con unas 500 recargas va a estar para cambiar, lo que supone otros 500 euros o más. El distribuidor lo sabe y preferirá ganar un poco menos en la venta a cambio de tenerte prisionero/a de por vida.
Es fundamental elegir marcas de garantía, tanto del chasis como del motor y demás componentes, y con un buen servicio post venta. Huid por favor de marcas desconocidas y con distribuidores exclusivos.
Aseguraros de que vuestro modelo pueda ser reparado por diferentes servicios técnicos en vuestra ciudad para no depender de un único proveedor de servicio. Recurrid al mecánico de confianza de toda la vida para mantenimientos y reparaciones generalistas: cambio de pastillas de freno, revisiones y ajustes.
La electrificación de una bicicleta convencional
Observo que mucha gente descarta la opción de electrificar su bici convencional y para según que usos lo considero la mejor elección. Electrificar la bici supone incorporar un motor, una batería y un controlador a nuestra vieja (o no tan vieja) bici.
El motor puede ser de buje de la rueda delantera o trasera, también un motor central acoplado al pedalier. La batería se puede montar en el cuadro de la bici o en el portaequipajes. Es importante tener en cuenta la distribución de peso. Por ejemplo, si la batería va en el portaequipajes trasero, elegir motor en la rueda delantera, etc. Nuestro mecánico nos aconsejará la mejor configuración y el precio suele oscilar entre 700 y 1000 euros.
La diferencia fundamental con las bicis pedelec de origen suele ser el controlador. En las bicis eléctricas originales, el nivel de asistencia viene determinado por el par de esfuerzo de pedaleo y la cadencia. Según el nivel de ayuda seleccionado, la asistencia al pedaleo será mayor o menor en función del esfuerzo que nosotros hagamos. La mayoría incorpora ayuda extra en el arranque para cuando partimos de parado, especialmente en subidas.
Las bicis electrificadas no tienen esta opción. Empezamos a pedalear y al cabo de pocas revoluciones el motor se pone a funcionar ofreciendo más o menos ayuda según la selección que hagamos. En subidas fuertes mejor no parar porque tendremos que arrancar con nuestras propias fuerzas.
Y sin embargo es una opción suficiente y adecuada para ciclo turismo y rutas por caminos asfaltados o pistas buenas. Si queremos salir a pasear por la ciudad y no necesitamos el motor, basta con quitar la batería. Además, si nuestra bici convencional está bien es una lástima desprenderse de ella.
Eso sí, desmontar la rueda tractora para reparar un pinchazo se puede complicar, por lo que no es mala idea poner cubiertas reforzadas anti pinchazos.
Algunos trucos para manejarse con el peso extra
El peso extra puede ser una de las características más negativas de las bicis con motor. Montados sobre ella, la bici eléctrica es igual de manejable que una bici normal, pero arrastrarla y subirla entraña una dificultad añadida. Contamos con algunos trucos que nos van a facilitar la tarea.
La posición «andar» del motor. Las pedelec originales cuentan con la opción que permite que la bici se empuje así misma, especialmente útil cuando tenemos que arrastrarla en pendiente, incluso si tenemos que subir escaleras.
Levantarla y ponerla en vertical para meterla en un ascensor o maniobrar en espacios reducidos es más fácil de lo que parece. Solo hay que frenarla y andar hacia atrás. Sorprendentemente, la bici se levanta casi sin esfuerzo hasta que llegamos a la posición vertical. Luego soltamos el freno y la podemos mover sobre la rueda trasera manteniéndola en equilibrio.
Subir o bajar escaleras mecánicas como las que hay en las paradas de metro o tren. También es mucho más fácil de lo que parece. Solo hay que frenarla y bajar un par de escalones hacia atrás cuando subimos, o avanzar un par de escalones hacia delante cuando bajamos. El truco del buen equilibrio es que nuestros pies queden a la altura de la rueda trasera al subir y la rueda delantera al bajar con la bici firmemente frenada.
Subirla al maletero del coche siempre con la batería quitada, y no solo porque nos evitamos más de cinco kilos de peso, también porque el soporte de la batería no está pensado para que la bici vaya tumbada.
Javier – Abril 2021
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