Entre viñedos y bodegas
En agosto del 2018 he tenido la oportunidad de conocer la comarca de Haro, «la capital del Rioja», según su propia consideración.
He de reconocer que no hubiera venido hasta aquí a pasar unas cortas vacaciones si no me hubieran insistido. Es la meca de los amantes del buen vino, con cientos de bodegas de renombre, y me considero uno de ellos, pero no sabia que destacase por ningún otro motivo. Lo que he encontrado me ha sorprendido mucho. El paisaje de viñedos, de monótonas lomas interminables, cambia completamente a orillas del río Ebro, frontera con Alava. La frondosidad de las riberas del río y de sus afluentes cercanos, como el Tirón y el Oja, rompe el paisaje abierto de sus monocultivos de vid.
Haro es una ciudad que ha crecido al amparo de la riqueza de sus centenarias bodegas y cuyo casco histórico ofrece un corto paseo de apenas dos horas. La porticada plaza de La Paz, junto a la afamada calle de la Herradura, nos llevan en suave ascensión a la iglesia de Santo Tomás que corona el segundo cerro más alto de la villa. Merece la pena subir hasta lo alto para contemplar unas estupendas vistas panorámicas sobre el valle.
Haro también puede resultar memorable por sus mesones y tabernas de pinchos al estilo vasco. El vino barato de cosechero que ofrecen puede competir con los mejores crianzas de marca. No os vayáis sin probar el cordero asado del restaurante Terete o los pinchos que preparan en Bilibio, una pequeña taberna en la calle de la Vega.
Los turistas vienen aquí al reclamo de famosas bodegas como Roda, Muga, Marqués de Riscal o Martínez Lacuesta, entre otras muchas que han apostado por el turismo de enología. Nosotros vinimos a degustar el vino, por supuesto, y a conocer las bodegas y sus artes de elaboración del vino, pero también con la intención de recorrer en bici las orillas del Ebro y su extenso valle. Las rutas que hemos hecho nos han acabado de enamorar de una comarca sin pretensiones turísticas y poco masificada. El clima, incluso en agosto, es frío y seco, con temperaturas nocturnas de quince grados y diurnas al mediodía que alcanzan, como mucho, los treinta. Hasta el mediodía se puede pasear en bicicleta disfrutando del frescor de la mañana, y por la tarde/noche es mejor dedicar la atención a degustar una buena cena y recorrer el casco antiguo de Haro y el de otros preciosos pueblos de sus alrededores.
Hacer los 500 kilómetros que nos separan de Valencia solo para degustar buen vino no parecía merecer la pena, pero hemos encontrado pueblos pequeños cuya historia y arquitectura ya justifican el viaje: Briones, Sajazarra, San Vicente de Sonsierra, Santo Domingo de la Calzada, Ezcaray o Laguardia son algunas de las villas medievales que compiten por ser consideradas de las mas bellas de España. Encaramadas en sus respectivos cerros, que hay que remontar hasta llegar a las zonas más nobles y plazas principales, ofrecen vistas espectaculares sobre el valle e interesantes visitas a sus castillos e iglesias.
Ha merecido mucho la pena enlazar estos pueblos en sendos itinerarios en bici que aquí os dejo y que discurren por caminos de tierra y carreteras comarcales entre viñedos y alamedas de ribera. No son itinerarios ciclistas excesivamente duros, excepto por las cortas subidas a los pueblos que por razones defensivas se encaraman en los cerros más agudos. Por lo general rodamos por suaves lomas o a orillas del río, aunque en algún momento remontamos un poco por la ladera del valle acercándonos a las montañas. Los desniveles acumulados no son excesivos y su longitud la apropiada para hacerlos sin prisas en una mañana. Nosotros hemos hecho estas dos rutas pero hay muchas más, son casi interminables los itinerarios posibles entre ríos, pueblos y viñedos. Espero que os gusten.
Rutas Relacionadas
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Haro circular por Villalba, Sajazarra y Anguciana
Longitud: 27,6 Km (circular) Desnivel: 237 m
Firme: Asfalto y caminos de tierra con alguna dificultad
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